El
fascismo es una
ideología y un movimiento político que surgió en la
Europa de
entreguerras (
1918-
1939). El término proviene del
italiano fascio (‘haz,
fasces’), y éste a su vez del
latín fasces (plural de
fascis).
El proyecto político del fascismo es instaurar un
corporativismo estatal
totalitario y una
economía dirigista, mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, un
nacionalismo fuertemente identitario con componentes
victimistas que conduce a la
violencia contra los que se definen como enemigos por un eficaz aparato de
propaganda, un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el
espectro político (
izquierdas o
derechas), lo que no impide que habitualmente la historiografía y la ciencia política sitúen al fascismo en la
extrema derecha y le relacionen con la
plutocracia, identificándolo algunas veces como un
capitalismo de Estado, o bien lo identifique como una variante
chovinista del
socialismo de Estado
Se presenta como una «tercera vía» o «
tercera posición» que se opone radicalmente tanto a la
democracia liberal en crisis (la
forma de gobierno que representaba los valores de los
vencedores en la
Primera Guerra Mundial, como
Inglaterra,
Francia o
Estados Unidos, a los que considera «decadentes») como al
movimiento obrero tradicional en ascenso (
anarquista o
marxista, este último escindido a su vez entre la
socialdemocracia y el
comunismo, que desde
1917 tenía como referente al proyecto de
Estado socialista que se estaba desarrollando en la
Unión Soviética); aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio:
El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos
regímenes políticos totalitarios o
autoritarios de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las
potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la
Segunda Guerra Mundial.
De un modo destacado y en primer lugar a la
Italia fascista de
Benito Mussolini (
1922) que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la
Alemania del III Reich de
Adolf Hitler (
1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la
España Nacional de
Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde
1936 hasta
1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania
nazi o
nacional-socialismo añade un importante componente
racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más esencial, tanto que
Trevor-Roper ha podido definir el término
fascismo clerical (entre los que estaría el
nacionalcatolicismo español).